La Asistencia
Social en España (trabajo de apoyo a la profesión de asistente social –
Capítulo 4 de Lengua Española I) – 08/05/2012
Introducción
Esta expresión “Asistencia
Social” nace de una necesidad lógica de la propia convivencia humana.
Nuestra especie posee una característica que se da en muchas especies más, que
es la organización estructural de los individuos en comunidades y sociedades, solamente que los rasgos de convivencia
social en los humanos son altamente especializados, debido a su inteligencia.
El desarrollo de esa organización estructural estuvo marcado por los vínculos
generados en la defensa de la supervivencia y en el desarrollo de la condición
afectiva humana. La evolución de estos dos principios motivó un sentimiento que
hoy conocemos por solidaridad, más básico, más primitivo, si se quiere; y un
segundo sentimiento, altamente desarrollado, que aún hoy mucha gente ni se da
pura cuenta de lo que significa, que es la fraternidad.
Si lo miramos de forma más general, y en perspectiva,
desde el punto de vista de la psicología social, me atrevería a decir que el
término solidaridad está ligado más al aspecto instintivo humano, por
lo tanto, más encuadrado en el primer principio arriba citado; y que la fraternidad goza de una posición más profunda, sensibilizada y sabia, ligada totalmente al
segundo de estos principios, es decir, a la condición afectiva humana.
Sea como fuere, lo cierto es que estos elementos
fueron evolucionando a la vez que también evolucionaron los problemas de las
sociedades, activando a través del tiempo, los diferentes movimientos sociales
en los muchos momentos históricos de esa evolución.
El enrevesamiento humano está dentro del propio humano, que con su libre albedrío es capaz de actuar hoy de forma favorable a un semejante suyo, y mañana hacerlo en contra. Debido a esto, en toda nuestra historia, hemos cometido muchos errores, pero nos podría ser de gran ayuda, si vencemos nuestros demonios interiores y sabemos caminar hacia el futuro. Hoy conviven organizaciones que desarrollan acciones en el más puro estilo caritativo o benéfico como si el tiempo no hubiera pasado por ellas, perpetuando de esta manera, acciones de otras épocas. Cuentan con la admiración social y de los medios de comunicación, y en ocasiones con un apoyo entusiasta de diferentes Administraciones, que las recompensa con publicidad e importantes subvenciones.
Edad Media
En un primer momento, la ayuda a los demás se desarrollaba a través de la familia y de las relaciones de buena vecindad (Casado y Guillén, 1986). Es la fraternidad vecinal o familiar quien actúa cuando un ciudadano tiene problemas. Se ayuda en el cultivo, a reconstruir una vivienda dañada, a la viuda que no tiene medios de subsistencia, o se acoge a esos huérfanos que han perdido a sus padres. Sin duda, la fraternidad vecinal continúa en la actualidad desempeñando un importante papel, aunque ya no de un modo más expansivo, sino más bien puntual, o muy puntual, debido a nuestra manera tan individualista de vivir...
Otra forma de protección,
típica de esta época, no basada en las relaciones de buena vecindad o
familiares, eran los gremios. Estos eran corporaciones formadas por los
maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio,
regidos por
unos estatutos u ordenanzas especiales. Los gremios establecían
mecanismos de protección a los afiliados ante situaciones de necesidad
por
medio de cuotas aportadas por los miembros. Es la forma que se conoce como
previsión, implantada en lo que
conocemos como Masonería, que perdura hasta hoy en el mundo. Estas
organizaciones eran discriminativas (siguen siendo hoy), y siempre estuvieron fundamentadas
sus actuaciones en el secreto a los de afuera, siendo la fraternidad solamente
volcada al interior del grupo.
Los señores feudales
también daban cierta protección y refugio a los vasallos que formaban parte de
su feudo, pero por otro lado, contribuían a su explotación sistemática.
Quizás por eso, como forma de aliviar esa explotación proporcionaban una leve
protección social a sus vasallos, sin ningún criterio preestablecido, al total
capricho del señor y basadas en unas relaciones de sumisión.
Pero, en este periodo,
debemos destacar especialmente las acciones caritativas, cuyos
beneficiarios no eran los miembros de una familia, un feudo o un gremio, sino
los excluidos que no estaban sujetos a la protección de los sistemas
anteriores. La caridad era ejercida por los ciudadanos dando limosna, los
ayuntamientos mediante albergues y casas de misericordia, o las organizaciones
religiosas con sus hospitales eclesiásticos. Estas
formas caritativas, hoy superadas, estaban ligadas a sentimientos religiosos y
piadosos, siendo fundamentalmente la Iglesia quien se ocupaba de la atención de
pobres y marginados, ayudada en su labor por nobles movidos por sentimientos
piadosos y religiosos (López, 1986). Hay que comentar la
doble cara que siempre tuvo la Iglesia y estos nobles, pero sí ha practicado
estos movimientos.
Tienen origen también en
esta época, las primeras leyes respecto a la pobreza. La pobreza siempre
ha molestado a la colectividad, por tanto, intentaban impedir la mendicidad al
pobre que consideraban válido para trabajar y que, por diversas razones no lo
hacía. La reincidencia en la mendicidad llevaba incluso al sufrimiento de
penas. Los pobres eran tratados como si fueran ladrones u otro tipo de
delincuentes y condenados a castigos similares a los de aquellos.
Progresivamente se va
reduciendo la protección feudal y eclesiástica, comenzando a tomar cuerpo la beneficencia
pública. La beneficencia pública, a diferencia de la caridad, no es
ejercida por la Iglesia o por ciudadanos con medios económicos, el protagonismo
principal pasa a ser ocupado por los ayuntamientos. Esta acción pública
tiene dos caras, por un lado trata de reprimir la pobreza y la mendicidad
ampliándose la legislación represora de épocas anteriores; por otro, se
comienza a pensar que el hombre desvalido no puede quedar a merced de las
ayudas de sus semejantes, ni de las instituciones y, por tanto, se necesita
establecer una ayuda social pública que pueda cubrir las situaciones de
necesidad. Este interés cristaliza en las leyes de beneficencia, siendo
el ayuntamiento de Brujas (Bélgica) en 1526 el primer organismo público que
convierte la asistencia caritativa a los pobres en el primer plan municipal de
beneficencia pública (Heras, 1988).
La beneficencia supone
una forma de superación de la caridad, ahora bien, no podemos olvidar que la
beneficencia está basada en el simple altruismo o generosidad del benefactor,
este carácter altruista implica discrecionalidad de la ayuda solicitada,
continuando la asistencia sin ser un derecho propio del ciudadano y
manteniéndose como una acción graciable. España asume tardíamente la
beneficencia y no es hasta 1849 cuando se decreta la Ley General de
Beneficencia.
Edad Contemporánea
A partir de la Revolución Francesa, con la nueva sociedad que surge desde los principios de igualdad, fraternidad y libertad comienza a considerarse al marginado como un ciudadano más, con derechos y deberes. Aparece la Asistencia Social como segundo sistema de protección social. El Estado empieza a ocuparse de los problemas de los pobres y marginados como una obligación inherente a su propia concepción y no como una tarea residual. Esto provoca que progresivamente se vaya desplazando la acción de la Iglesia - omnipresente hasta ese momento - en beneficio de la acción pública (España no se incorpora a esta forma pública de acción social hasta 1934). Bien es cierto, que el peso mayoritario de la intervención continua estando en la Iglesia, pero la participación constante de otros sectores supone un salto cualitativo muy importante.
La asistencia social
aparece como un conjunto, más o menos sistematizado, de principios, normas y
procedimientos para ayudar a individuos, grupos y comunidades, para que
satisfagan sus necesidades y resuelvan sus problemas. La consolidación
del concepto de asistencia social es parejo al nacimiento del Estado liberal y
a la introducción del capitalismo industrial, y plasma el inicio de la
preocupación de los poderes públicos por la acción social.
Nos encontramos en este
momento, mayoritariamente, una acción benéfico-asistencial que da
respuesta a necesidades de tipo material de primera necesidad. No intenta
mejorar la situación de amplios sectores marginados, ni cambiar estructuras
para que abandonen su marginación. Es una ayuda puntual, que se presta en
un momento concreto y, que no tiene efectos duraderos en el tiempo.
Subyace en el fondo, que es algo “natural” en la sociedad la existencia de desigualdades
sociales; tienen que existir ricos y pobres y sólo se pensaba hacer, en
un momento determinado, más llevadera su vida. La marginación era una
cuestión de fuerza de voluntad, si uno tenía la suficiente podía salir de su
situación, sin embargo en el fondo estaban “contentos” con su vida
miserable y no querían integrarse en el modo de vida “decente y burgués” ya
que les era mucho más cómodo el modo de vida que llevaban. Por ello,
estas ayudas eran graciables, dependían de la bondad de quien las ofrecía -
bien sea particular o institución - y, por tanto, podían ser retiradas a
voluntad. Como consideran que la marginación y la pobreza son una situación
inevitable y que siempre existirá, ya que depende de cuestiones personales, no
ataca a los factores que la provocan, sino sólo sus síntomas visibles, dando
soluciones individuales y personales a problemas estructurales.
Se pretende en definitiva, mantener a las masas de pobres en un nivel mínimo de
subsistencia que permita su utilización como mano de obra y que preserve a la
Sociedad y al Estado de los elementos no deseables.
El desarrollo industrial
de la segunda mitad del XIX provoca un agravamiento de la marginación, sobre
todo en los cinturones de las grandes ciudades, producto de una
industrialización vertiginosa y de una inmigración masiva sin la más mínima
planificación. Se produce un
crecimiento incontrolado de las urbes, que se rodean de grandes cinturones de
miseria. Podemos considerar la intervención en este periodo como filantrópico-asistencial.
El protagonista de la acción pasa a ser esa potente burguesía que cada
vez crece más en las grandes ciudades a consecuencia del desarrollo
industrial. Sus acciones mezclan por una parte unos objetivos religiosos
y por otra una defensa, no siempre consciente, del propio estilo de vida
burgués. Sus acciones continuaban profundamente enraizadas en
motivaciones cristianas y tenían como objetivo fundamental “... comprarse una evaluación más favorable en el cielo...”
(así de hipócritas somos), ya que no se veía al marginado como una persona
con necesidades, sino como: “...un
objeto necesario para que los ricos hagan méritos” (Simmell
1923).
-->
La filantropía es un
espíritu de buena voluntad activa hacia los semejantes, basado en la idea y el
sentimiento de fraternidad humana, Es una forma laica y más racional de
la caridad cristiana. Se expresa en acciones realizadas para fomentar el
bienestar, no socorriendo individualmente a los necesitados, sino mejorando su
situación por medio de medidas de alcance general, especialmente a través de
instituciones benéficas (Sala, 1994). Se
interesan, cada vez más, por la persona como tal y, se intenta mejorar su
situación, no sólo mediante limosnas y donativos, canalizados a través de
instituciones religiosas, sino creando asociaciones filantrópicas, más
duraderas en el tiempo y sin dependencia religiosa. Estas asociaciones
filantrópicas crean colegios, orfanatos, comedores, etc. Gran parte de
estas estructuras, creadas al final del XIX fueron recogidas por la
Administración y han sentado las bases de la política de asistencia social en
España.
Sin embargo no debemos
engañarnos, este interés social se basaba no sólo en un altruismo
desinteresado, sino como plantea Pratt (Pratt, 1983): “...
esa filantropía requiere que la persona beneficiada deba llevar una vida buena,
lo que significa en un análisis final, que esté dispuesta a aceptar el modo de
vida burgués, aunque solo como ideal al que nunca podrá acceder. Así la
filantropía es una especie de control moral..., en ultimo extremo el apoyo
material es un medio de combatir el desorden moral”.
En definitiva, es un
medio de controlar y asegurar la dependencia de aquellos a los que se da
asistencia. Lo que se espera, por tanto, es que la persona que recibe la
asistencia, desarrolle un comportamiento adaptado a las normas y valores de la
clase media benefactora, sin tener acceso a la situación de privilegio del
grupo social que le es puesto como referencia, como modelo a alcanzar pero...,
inalcanzable. Por el contrario, si el sujeto que recibe asistencia
desarrolla un comportamiento que no sigue aquel que le es puesto como modelo a
imitar, dejará de recibir esa asistencia y se tomarán medidas represivas para
reconducir su comportamiento.
-->A pesar de sus
limitaciones, este tipo de acciones palió en alguna medida el abandono y
miseria que sufrían grandes sectores de población. Estas
actuaciones deben contextualizarse en una determinada situación histórica y sus
aportaciones sin duda fueron importantes en su momento. Es cierto que su
filosofía hoy no es aceptable, pero sin embargo, sirvió para humanizar la
situación de grupos marginados, aunque
sin atacar las raíces de sus problemas. No podemos olvidar que “ese
afán de intervención de los grupos sociales dominantes sobre el pauperismo
constituye el fundamento que explica que la caridad, la beneficencia y la
asistencia se configurasen históricamente como instrumento de control social,
esto es, como un medio más para reforzar
los intereses de los grupos dominantes a fin de evitar los riesgos que podían
representar los menos favorecidos” (Vinyes, 1996).
Progresivamente se va
produciendo un cambio cualitativo importante. Esto propicia un cambio
significativo en las diferentes formas de acción, como manifiesta Peces Barba: “La
caridad producía beneficencia y la solidaridad produce servicios sociales” (Peces
Barba 1991). Este cambio de la caridad a la
solidaridad, de la beneficencia a los servicios sociales es fundamental en la
evolución histórica de la atención a los ciudadanos. Para concretar más
los términos podemos definir solidaridad como “El reconocimiento práctico de
la obligación natural que tienen los individuos y los grupos humanos de
contribuir al bienestar de los que tienen que ver con ellos, especialmente de
los que tienen mayor necesidad” (Sebastián, 1996)
Nota 1: Es correctísima la definición
de solidaridad dada arriba, aunque lo que el mundo contemporáneo debe buscar es
la profundidad espiritual del individuo, y transformar estas acciones sociales
solidarias en fraternas.
Además de los sistemas
públicos, la iniciativa social del movimiento obrero, genera una forma propia
de protección social para los trabajadores, basada en el principio de previsión
social frente a los riesgos de enfermedad, paro, invalidez, etc. Surgen
así los seguros sociales, y con ellos, posteriormente, el Sistema de Seguridad
Social. La primera manifestación reconocida de la Seguridad Social se
produce en la Alemania de Bismarck con el inicio de los seguros sociales en
1881. La Seguridad Social de tipo contributivo se sitúa en paralelo a la
beneficencia. Por un lado, nos encontramos a los pobres y marginados
atendidos por la beneficencia; por otro los trabajadores protegidos por la
seguridad social.
El tránsito de una
seguridad social para los trabajadores, a una seguridad social para todos los
ciudadanos se configura con la consolidación del Estado de Bienestar. Los
derechos de seguridad social, es decir, las pensiones, la sanidad, el
desempleo, junto a los servicios sociales, el derecho a la educación, la
cultura y otros servicios públicos aplicados horizontalmente al conjunto de los
ciudadanos y no sólo a los trabajadores, definirán la política de bienestar
social como sello de identidad de las democracias europeas más avanzada.
Se considera que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos a lograr unas determinadas cuotas de bienestar. Cuando existen colectivos que no pueden acceder a esas cuotas, se ponen en marcha mecanismos correctores que tratan de solucionar esta situación. Se interviene para modificar el medio social y mejorar las condiciones de vida que resultan negativas o perjudiciales para determinados grupos humanos. No sólo se actúa sobre las necesidades, sino sobre todos aquellos aspectos que las generan. Son acciones que pretenden hacer realidad el bienestar social poniendo en marcha una acción transformadora, de un modo sistemático y técnico. Se asume que son problemas sociales y por tanto afectan a grupos y comunidades, y su forma de actuación es macrosocial. También se considera que es fundamental la participación activa de los ciudadanos.
-->
Las preocupaciones de los
Estados en torno al bienestar social se centran en:
Actuaciones generales tendentes a conseguir un impacto global,
que mejore la situación colectiva en el empleo, recursos disponibles,
distribución de los recursos, etc.
Actuaciones específicas
dirigidas a:
a)
Resolver determinados
problemas concretos (pobreza, paro,...).
b)
Organizar la satisfacción
de determinadas necesidades (educación, vivienda, sanidad,…)
c)
Atender a colectivos de
población en razón de su edad, sexo, etnia, situación laboral, minusvalía, etc.
d)
Incidir en determinados
ámbitos territoriales (barrios, pueblos, comunidades)
Los problemas sociales de
cada colectivo discriminado socialmente serán desarrollados como programas de bienestar
social con medidas normalizadoras. Se inicia un proceso de superación de
políticas sociales marginales, cuyos antecesores gremiales generaron en unos
casos una sobreprotección paternalista y en otros una marginación
institucionalizada. Con la política de bienestar social se desarrollan
los principios de prevención, promoción de la autonomía personal e integración
social, con medidas de acción positiva para la igualdad de oportunidades.
APUNTES
La mayor parte de los asistentes sociales, pero la
menor proporción de aquellos con formación profesional, se emplean en
programas de subsidios familiares, tales como asistencia a niños minusválidos
y personas de edad, y servicios subsidiarios a los beneficiarios de la
seguridad social.
Hay mucha escasez de asistentes sociales
preparados, por lo cual la mayoría de países desarrollados han impulsado
programas de reclutamiento activo, aunque se ha llegado a la conclusión de
que no se pueden cubrir todos los puestos que existen debido a la escasez de
personal y medios.
Las escuelas de asistencia social se
extienden por todo el mundo, habiendo tanto de carácter público como privado.
En países como Francia y Brasil, la ley o el gobierno son los que dictan las
normas a las que se deben ajustar las escuelas en su financiación.
La mayor parte de la asistencia social se realiza
a través de entrevistas personales dentro del centro asistencial. Sin
embargo, también incluye contactos más estrechos con los clientes en sus
hogares o en otras partes de la comunidad. La relación entre el asistente
social y su cliente se rige por normas estrictas en cuanto al carácter confidencial
y la responsabilidad, considerándose como una relación de privilegio,
delimitada en su función y contenido, que exige interés objetivo y
emocionalmente neutral, e imparcialidad en el servicio que se presta.
La asistencia social está evolucionando y está
creciendo la importancia concedida a la transformación institucional y
comunitaria, y a estimular la participación en ella. Cierto número de
programas gubernamentales han adoptado este enfoque, haciendo del entorno, más
que del individuo, el principal objetivo de su intervención.
Por tanto en los Estados llamados del bienestar,
se intenta prestar mayor atención a los pobres e incapacitados, por medio de
asignaciones directas y de programas de integración, luchando contra las
privaciones masivas y el desempleo masivo. Otro gran problema es la pobreza
social que supone no solamente la desigualdad económica sino también la
desigualdad social, es decir, una relación de inferioridad, dependencia o
explotación.
|
REFERENCIAS:
CASADO, DEMETRIO Y
GUILLEN, ENCARNA: "Los servicios sociales en perspectiva histórica"
en <<Los servicios sociales>>. Documentación Social nº 64,
Madrid 1986.
El concepto de hospital en este periodo no se corresponde con el actual,
haciendo más bien referencia a un centro donde se acoge a todo tipo de persona
marginada y necesitada.
LOPEZ ALONSO, CARMEN: “Memoria Introductoria” en <<Cuatro
siglos de acción social de la beneficencia al bienestar social. Seminario de
historia de la acción social>>. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986.
HERAS, PATROCINIO DE LAS: "De la beneficencia al bienestar social:
cuatro siglos de acción social", en <<La Cruz Roja en el bienestar
social. Encuentro de las Sociedades Iberoamericanas, sub-región
II>>. Cruz Roja Española, Madrid 1985.
Tomado de JESÚS VALVERDE MOLINA, "El Proceso de Inadaptación
Social", Editorial Popular, Madrid 1988.
SALA PRAT, GAITETA: “El negocio de la pobreza”. APPIS, Barcelona
1994.
PRATT, A: "Los salvadores del niño o la invención de la
delincuencia". Siglo XXI, 1983.
VINYES, RICARD: “Aproximación histórica a las asociaciones de carácter
no lucrativo en el ámbito de los servicios sociales” en Rodríguez Cabrero,
Gregorio y Cordorniú, Julia Monserrat (Coor.) <<Las entidades voluntarias
en España. Institucionalización, estructura económica y desarrollo
asociativo>> Ministerio de Asuntos Sociales, Madrid 1996.
PECES BARBA: "Humanitarismo y Solidaridad Social", en
<<Las entidades no lucrativas de carácter social y humanitario>>.
Colección Solidaridad Nº1. Fundación ONCE. Madrid 1991.
DE SEBASTIAN, LUIS: "La solidaridad: Guardián de mi
hermano". Ariel, Barcelona 1996
Cuadro elaborado a partir de LAMA, JOSE MARIA:
"Metodología de la acción voluntaria". Cuadernos de la
Plataforma. Colección la Acción Voluntaria. Madrid 1990.
ILUSTRACIONES:
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