jueves, 20 de septiembre de 2012

El Jabón - Aprovechamiento Sostenible

El jabón

La palabra jabón procede de latín tardío “sapo, -ōnis”, y este del germánico “saipôn”. Es el significante relacionado con el producto que sirve para la higiene personal y para lavar determinados objetos.

Nos lo podemos encontrar con varias formas y características: en pastilla, en polvo, en líquido o en crema. Tradicionalmente es un material sólido, soluble en agua, un compuesto seco, resultante de una reacción química entre un álcali (generalmente hidróxido de sodio - soda cáustica – o de potasio) y algún ácido graso; esta reacción se denomina “saponificación”. El ácido graso puede ser de origen vegetal o animal, por ejemplo, manteca de cerdo o aceite de coco. La forma líquida es el jabón "disuelto" en agua, en este caso su consistencia puede ser muy viscosa o muy fluida.

Los jabones ejercen su acción limpiadora sobre grasas en presencia del agua debido a la estructura de sus moléculas. Éstas tienen una parte liposoluble y otra hidrosoluble.

El componente liposoluble hace que el jabón moje la grasa disolviéndola y el componente hidrosoluble hace que el jabón se disuelva a su vez en el agua.
Las manchas de grasa no se pueden eliminar sólo con agua por ser insolubles en ella. El jabón en cambio, que es soluble en ambas, permite que la grasa se diluya en el agua.

Cuando un jabón se disuelve en agua disminuye la tensión superficial de ésta, con lo que favorece su penetración en los intersticios de la sustancia a lavar. Por otra parte, los grupos hidrofóbicos del jabón se disuelven unos en otros; mientras que los grupos hidrofílicos se orientan hacia el agua generando un coloide, es decir, un agregado de muchas moléculas convenientemente orientadas. Como las micelas coloidales están cargadas y se repelen mutuamente, presentan una gran estabilidad.


Un poco de historia

Los pueblos antiguos conocían cómo elaborar jabones, pues eran ya utilizados desde el año 2.800 a.C. Durante una excavación realizada en la ciudad de Babilonia (sus ruinas se encuentran en la provincia iraquí de Babil, 110km al sur de Bagdad), fueron encontrados restos de jabón en unos cilindros de arcilla. En esos cilindros había unas tallas que describían el proceso de hervir las grasas con ceniza, método ancestral de fabricación de jabón.

Los fenicios lo fabricaban con aceite de oliva y soda cáustica (o carbonato de sodio) obtenida a partir de las cenizas de la combustión de plantas halófilas (plantas que viven en las salinas) como la salicornia o la salsola (género botánico de la familia Amaranthaceae). Recetas parecidas se seguirían utilizando en Siria.

El jabón sirio, procedente de la ciudad de Alepo, antiguo territorio fenicio, se sigue fabricando hoy día con el mismo método tradicional y con aceite de oliva y aceite de laurel.

Los egipcios se frotaban con la mezcla obtenida del natrón (un carbonato de sodio mineral extraído de los lagos salados después de la evaporación del agua), tierra de batán (una arcilla poco elástica que tiene la propiedad de absorber las materias grasas) y altramuces machacados remojados en agua de lluvia.

Nota 1: altramuz.

(Del ár. hisp. attarmús, este del ár. clás. turmus, y este del gr. θρμος).
m. Planta anual de la familia de las Papilionáceas, que crece hasta poco más de medio metro, con hojas compuestas de hojuelas trasovadas, flores blancas y fruto de grano menudo y achatado, en legumbre o vaina. Es buen alimento para el ganado. También las personas comen la simiente o grano después de habérsele quitado el amargor en agua y sal.

m. Fruto de esta planta

El jabón europeo

Los germanos y los celtas utilizaban grasa de cabra y cenizas de abedul para fabricar sus jabones. El jabón era, según el historiador romano Plinio, un invento galo. Los galos fabricaban sus jabones con cenizas de haya y sebo o grasa de jabalí y lo usaban según Plinio para teñirse sus largas melenas de rubio o pelirrojo.
El olor de la grasa rancia les resultaba bárbaro a los romanos, que como los griegos y etruscos se lavaban frotándose por el cuerpo una mezcla de aceites aromáticos y arena o ceniza que luego eliminaban con un estrígil.

Nota 2: Estrígil o estrígila

Barra de metal en bruto utilizada en épocas antiguas para raspar el cuerpo con la finalidad de quitar grasas y suciedad.


 

Estrígil o estrígila



En el siglo III a.C. se fabricaba en Arabia un jabón mediante la cocción de una mezcla hecha con potasa, álcali proveniente de cenizas, aceite de sésamo y limón.

Hay quien asegura que los cruzados introdujeron en el siglo XI el jabón en Europa Central desde Alepo. Los fenicios tuvieron tratos comerciales con Europa antes de los tiempos romanos, así que seguramente este tipo de jabón habría llegado mucho antes a las ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cádiz, aunque es cierto que, en la Baja Edad Media, no fue muy utilizado debido a su precio y  a la falta de higiene, por lo que se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.

A finales del siglo X, en Al-Andalus, los árabes construyeron la primera gran jabonería europea en la ciudad de Sevilla. No es de extrañar que fuera así, debido a la cantidad de olivares de esa zona, que proporcionaban las materias primas necesarias a la saponificación. Este producto se conocería más tarde como jabón de Castilla, aunque en Sevilla se siguió llamando por su nombre árabe, almona (fábrica de jabón).

El monopolio del jabón de Sevilla, ostentado por los marqueses de Tarifa en el siglo XVI, fue ampliado hasta América después de la conquista. En este mismo siglo ya se exportaba este “sapo hispaniensis o “sapo castilliensis” al Reino Unido a través de Amberes. El jabón de Castilla, al provenir de aceites vegetales en vez de grasas animales, podía utilizarse en la higiene personal. Fue así que los europeos se volvieron más limpios y empezaron a desaparecer las grandes pandemias.

Las famosas fábricas de jabón de Marsella se establecieron en el siglo XIV. Este jabón tradicionalmente se fabricaba con aceite de oliva, agua del Mediterráneo y sosa cáustica proveniente de cenizas del laurel. Como el de jabón de Alepo, también se sigue fabricando hoy en día.

Jabón árabe de Alepo (Siria)

Las jabonerías americanas

En 1575 se construyó una almona en la Ciudad de México. El jabón que se fabricaba en ella era el que usaban los mexicanos, hecho a partir del tequesquite, un mineral rico en sosa, y algunas plantas. En el siglo XVII se sabe de la existencia de una jabonería en Guayaquil que fabricaba jabón a partir de sebo de vacas y cenizas de yerba.
Parece ser que en este mismo siglo, en 1682, Luis XIV hizo guillotinar a tres fabricantes cuyos jabones le habían irritado la piel.

Tanto los jabones de tocador como los detergentes parten de la misma base, la diferencia está en que los jabones se fabrican a partir de sustancias naturales, como grasas animales y vegetales, mientras que los detergentes se elaboran a partir de materias primas sintéticas. El jabón es básicamente una sal soluble en agua, y que es obtenida por la transformación química de las grasas, conocida como saponificación. La saponificación es la reacción de una solución alcalina con las grasas animales y vegetales (sebo y aceites).

La química del jabón

En 1791 el químico Nicolas Leblanc inventa un procedimiento para obtener carbonato de sodio a partir de la sal marina, lo que simplificaba y abarataba el proceso de obtención de la sosa. En 1823, Eugène Chevreul demuestra que las grasas están formadas por una combinación de glicerol y ácidos grasos (oleico, margárico y esteárico) y explica así químicamente la reacción de la saponificación descubierta por los sumerios.

En presencia de la sosa cáustica, los cuerpos grasos se dividen en sus componentes. El carbonato de sodio, al reaccionar con los ácidos grasos proporciona estearatos, margaratos (sales) y oleatos, es decir, al jabón. Así, de la grasa y de la sosa se obtienen jabón y glicerol.

En el siglo XIX, los aceites de copra (pulpa seca del coco) y aceites de palma que venían de las colonias, se empezaron a emplear en la fabricación de los jabones.
Desde los años 30 del siglo XX, el jabón tradicional tuvo que competir con los tensioactivos sintéticos que se utilizan hoy en día en los detergentes, productos de limpieza, jabones y champús, que además son altamente contaminantes.


Hay varias formas de obtener jabones, pero en esencia, el proceso de obtención del jabón, sea industrial o artesano, consta de tres fases: 1) saponificación, 2) sangrado y 3) moldeado.

1.    Se hierve la grasa en grandes calderas, se añade lentamente sosa cáustica (NaOH) y se agita continuamente la mezcla hasta que comienza a ponerse pastosa. La reacción que ha tenido lugar recibe el nombre de saponificación y los productos son el jabón y la lejía residual que contiene glicerina: grasa + sosa jabón + glicerina
2.    El jabón obtenido se deposita en la superficie en forma de gránulos. Para que cuaje de una manera completa se le añade sal común (NaCl). Esta operación recibe el nombre de sangrado o salado; con ella se consigue la separación total del jabón (que flotará sobre la disolución de glicerina), de sosa (que no ha reaccionado) y de agua.
3.    Ya habiendo realizado el sangrado, el jabón se pasa a otro recipiente o vasija donde se le pueden añadir perfumes, colorantes, productos medicinales, etc. Entonces, todavía caliente, se vierte en moldes, se deja enfriar y se corta en pedazos.

¿Cómo podríamos reciclar el aceite que utilizamos en la cocina?

Para que nuestra conciencia despertara del sueño profundo, que nos hizo llevar a una completa dejadez sobre nuestro compromiso de trabajar respetando la realidad de que nuestro planeta es la cuna de la vida, fue necesario que nuestras últimas generaciones presenciasen las situaciones alarmantes que se ven por el mundo.

Es de mucha importancia que nuestra especie ponga la atención en la necesidad de reciclar. En nuestros hogares, aun estamos lejos de la labor de autocrítica y compromiso con el medio ambiente. Desconocemos muchas cosas sobre el reaprovechamiento de lo que tiramos.

En este trabajo, dejamos unos consejos prácticos sobre cómo reciclar uno de los productos más usados en nuestro día a día. Hablamos del aceite doméstico, el residuo urbano más contaminante.

Cada persona consume al año 20 litros de aceite de los cuales, 4 litros se pierden por los desagües. Aun hay mucha gente que, ante el desconocimiento, después de freír algo en la sartén, echa por el desagüe el aceite que le ha sobrado. Ese sencillo e inocente gesto provoca que cada litro que vertemos contamine hasta 1000 litros de agua.
Además no solo se ceba con el agua, puesto que también provoca daños en las tuberías de nuestros hogares y costosas averías en las depuradoras. Depurar un kilo de grasa cuesta 2,5€ y es un dinero que pagamos entre todos.

Por todo esto debemos aprender a reciclar el aceite doméstico. ¿Cómo podríamos reciclarlo? Pues la respuesta es muy simple: fabricando nuestro propio jabón.

Nota 3: En España, por ejemplo, hay contenedores especiales para el aceite doméstico en las ciudades. Con todo el aceite que se recicla, se fabrica el combustible biodiesel que expulsa entre un 85 y un 90% menos de emisiones de gases de efecto invernadero que el gasoil. Aproximadamente, por cada 3 litros de aceite se pueden conseguir 2 litros de biodiesel. Además de este tipo de carburante, también se pueden conseguir barnices, cosméticos, pinturas, cera, detergente, velas, abono orgánico e incluso fármacos.


Preparado de jabón de lavar, en tacos

Para hacer jabón solo necesitamos un poco de aceite usado, agua y sosa cáustica (hidróxido de sodio), producto que podemos conseguir en las droguerías.

Si se hace con aceite de oliva, es jabón de Castilla; se le puede agregar alcohol, para hacerlo transparente; se le pueden añadir perfumes, colorantes, etc.; sin embargo, químicamente, es siempre lo mismo y cumple su función en todos los casos

Material que necesitaremos

-         Un barreño de plástico o recipiente de barro;
-         Un palo o cuchara de madera;
-         Una caja de madera;
-         3 litros de aceite;
-         3 litros de agua;
-         500g de sosa en escamas (hidróxido de sodio);

Nota 4: La sosa es altamente corrosiva y debemos evitar que entre en contacto con la ropa o con la piel. En caso de contacto, lavaremos las manos inmediatamente con agua abundante y jabón.

Procedimiento

Echamos en el barreño el agua y añadimos la sosa con mucho cuidado para no quemarnos la piel. Se producirá una reacción química con desprendimiento de calor. Vamos removiendo el producto con la cuchara de madera y a seguir, añadimos poco a poco el aceite, sin dejar de remover en ningún momento, siempre en el mismo sentido. Seguiremos este proceso durante una hora, aproximadamente.

Cuando aparezca una espesa pasta blanquecina habremos conseguido nuestro objetivo. En caso de busquemos un jabón más blanco, debemos agregar un poco de blanqueante, y si lo queremos transparente, basta un poco de alcohol. Luego, un poco de colorante alimenticio o esencia natural para dar aspecto y aroma.

A veces ocurre que por mucho que removamos, la mezcla está siempre líquida, el jabón se ha “cortado” (hay que remover siempre para el mismo lado, porque de lo contrario se puede "cortar" el jabón). No lo tires, pasa la mezcla a una cacerola y calienta en el fuego de la cocina. Removiendo de nuevo aparecerá al fin el jabón.

Finalmente, echamos la pasta obtenida en la caja de madera para que vaya escurriendo el líquido sobrante. Al cabo de dos días podemos cortarlo en trozos con un cuchillo. Ya tenemos, por tanto, el jabón para utilizar.
Veremos que el jabón conseguido es suave al tacto. Eso es debido a la glicerina que se obtiene como subproducto de la reacción.


Preparado de jabón de tocador

El procedimiento de elaboración del jabón de tocador es el mismo que para el jabón de taco. Aquí lo que cambia son los aceites y un cuidado más esmerado en la hechura.

En el jabón de tocador los ácidos grasos de los aceites, al igual que en el caso del jabón de taco, se encuentran unidos a la glicerina por lo que, para formar un jabón, debemos romper esa unión, y producir la saponificación de la mezcla.

La técnica en la fabricación de un buen jabón de tocador es más apurada por la necesidad de un conocimiento profundo de las propiedades de los aditivos, pues lo que se busca es un jabón con unas características concretas para un determinado tipo de piel. Para tal fin, podemos añadir, por ejemplo, aceite de caléndula, harina de avena, manzanilla, té verde, té negro, verbena, aceite de yoyoba, aguacate, germen de trigo, miel, gel de aloe vera, sal marina, chocolate, colorantes, etc.

Se puede añadir a cualquier tipo de jabón de tocador un poco de aceite de coco, ya que da espuma. La gente, erróneamente, piensa que la espuma es la que limpia, lo que no es cierto, pero a la gente le gusta que sus jabones desprendan un poco de espuma. Además, el coco proporciona “solidez” a la pastilla, por eso en muchos casos se usa como aceite de base.

Nota 5: Normalmente la mezcla de los productos se hace en caliente, pero se pueden hacer en frio. El fabricar los jabones en frio es para que el producto final mantenga toda la glicerina que se desprende del proceso de saponificación, de ahí que los aceites y la sosa se mezclen a una temperatura, llamemos templada.

En fin, debemos tener claro que el reaprovechamiento de los desechos que producimos es muy importante para un desarrollo humano sostenible. Cualquier asentamiento social viabiliza un resultado positivo en cuanto a la calidad de vida, si tiene presente que el planeta responde concomitantemente con nuestras acciones; son respuestas simultáneas las que recibimos, por lo que queda aquí una reflexión: ¡Piensa en lo que le regalas a la naturaleza, pues ella actuará regalándote lo mismo, de forma duplicada!


REFERENCIAS:

http://www.jpimentel.com/ciencias_experimentales/pagwebciencias/pagweb/la_ciencia_a_tu
_alcance/Experiencias_quimica_fabricacion_de_jabon.htm

http://www.ojocientifico.com/3668/historia-del-jabon

es.wikipedia.org/wiki/Jabón

http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Practica/PR-21/PR-21.htm

ILUSTRACIONES:

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